Hijo, discúlpame por no escribirte tan seguido cuando pude hacerlo. Solo pensaba en darte la mejor vida posible, muy lejos de la que yo tuve a tu edad. Detesté tanto vivir sin dinero que hice todo lo posible para alejarme de eso. Mantuve esta mentalidad desde joven, incluso cuando tú llegaste a mi vida. Recién hoy he podido ver que eso también me alejó de ti.
Hubo momentos importantes en las que no pude estar presente, llamadas que no hice, cartas que no te escribí. Nunca tuve la intención de ignorarte, es solo que me mantuve enfocado en darte una mejor vida. Fue incrédulo por pensar que el dinero era todo lo que necesitabas de mí. Por eso quiero primero pedirte perdón. Sé que estoy a tiempo de corregir nuestro lazo. Las cosas serán diferentes desde ahora.
A pesar de mi apretada agenda, siempre estuve pendiente de ti, te observaba, preguntaba por ti. Supe que serías un gran hombre, muy capaz, responsable y un líder nato. Lo amoroso lo sacaste evidentemente de tu madre. Qué orgulloso me siento. Recién has empezado tu camino profesional, pero desde pequeño iniciaste la búsqueda de tu unicidad.
No soy muy bueno con las palabras, hijo, pero aquí he hecho mi mayor esfuerzo para expresarte lo que siento y también para darte un importante consejo. He vivido mucho más tiempo que tú. He conocido a muchas personas en mi camino. He visto el fracaso y el éxito continuamente, por experiencia propia y ajena. Y quiero entregarte el mejor de mis consejos para ti:
Confía en ti, hijo. Este simple consejo puede llegar a ser de lo más poderoso para ti. Yo en ti veo mucha capacidad, pero depende de ti desarrollarla y lo único que te detiene de hacerlo es el miedo de equivocarte o de no dar la talla. Este miedo, hijo, jamás se irá. Lo podrás achicar o manejar, pero jamás desaparecerá. Debes entender que el miedo no es un obstáculo, es parte del proceso. Por más experiencia que tengas, el miedo estará contigo. El tamaño de este dependerá de la confianza que tengas en ti mismo. Tu autoconfianza minimizará el tamaño del miedo.
Hijo, veo en ti un enorme potencial. Y no solo me refiero en términos intelectuales, sino como ser humano. Eres bueno, amoroso, honesto, responsable, empático, compasivo, inocente. Hijo, la gente admira a las personas adineradas llamándolas exitosas, pero ignoran la calidad de persona que son. Tú, en cambio, eres un diamante como ser humano. Es cuestión de tiempo y esfuerzo para que alcances esos niveles que has soñado. Solo tienes que confiar en ti.
Una vez mi padre me dijo: “Hasta que no confíes en ti, no tendrás una vida”
Esas sabias palabras te las quiero transferir a ti, hijo. Deseo que tengas una vida feliz. Quizás tengas temporadas donde no salga el sol, donde parezca que no tengas oportunidad de crecer, pero es solo eso, una temporada. Así como hay un valle, también hay una cima.
Confía en ti, hijo.
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Gracias por leer
Cordialmente,
El Astronauta
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